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Horrorifíco: Winnie the Pooh se pasa al cine de terror y las primeras imágenes son perturbadoras

Foto del escritor: EL CUERVOEL CUERVO

El cine de terror está a punto de marcar un hito inesperado con la llegada de una versión terrorífica de Winnie the Pooh. La reinvención del clásico cuento para niños es probablemente uno de los eventos cinematográficos más peculiares de la década.

La clásica historia de Winnie The Pooh está a punto de convertirse en un hito del cine de terror. O esa es la promesa del director Rhys Waterfield, que está decidido a reeditar el cuento para niños como una historia terrorífica de primer nivel. Todo lo anterior ocurre, eso sí, gracias a que las obras del A. A. Milne pasaran al dominio público hace menos de cinco meses. Por lo tanto, cualquiera puede tomar su base para crear nuevas historias.


Winnie the Pooh: Blood and Honey es la primera producción oficial que emerge tras la liberación de los derechos de autor. Y el resultado no puede ser más sorprendente. La película, que terminó de grabarse a principios de este mes, es una oda tenebrosa y terrorífica a lo mejor del cine de género. Todo en el contexto de la conocida obra para niños.


Hace unas horas, las primeras imágenes llegaron a internet. En ellas ha podido verse a Pooh y Piglet convertidos en criaturas demoníacas, a punto de atacar a una mujer en un jacuzzi. La reacción de los fanáticos fue inmediata y los fotogramas — además del anuncio de la película — se convirtió de inmediato en Trending Topic mundial.

The Pooh desde el infierno

En medio del revuelo, Waterfield sostuvo una entrevista con Variety que afirmó estar sorprendido por la reacción mundial a su proyecto en torno a Winnie the Pooh.El realizador, que se encuentra en la posproducción de otras cuatro películas — entre ellas Firenado y Demonic Christmas Tree — usó la palabra “asombrado”. En especial, por la forma en que internet ha mostrado interés en su proyecto basado en la obra para niños.

“Debido a toda la prensa y demás, vamos a comenzar a acelerar la edición y pasarla a través de la postproducción lo más rápido que podamos”, explicó Waterfield. “Pero también, asegurándonos de que siga siendo bueno. Va a ser una alta prioridad”.

Según Waterfield, también guionista de Winnie the Pooh: Blood and Honey, la película tendrá Pooh y Piglet como “los principales villanos”. Dentro del argumento, ambas criaturas enloquecerán después de que Christopher Robin les abandone. “Christopher Robin les abandona sin alimentos y eso, por supuesto, les enloquece. Debido a que han tenido que valerse tanto por sí mismos, esencialmente se han vuelto salvajes”, continuó Waterfield. “Así que han vuelto a sus raíces animales. Ya no son mansos: son como un oso y un cerdo viciosos que quieren tratar de encontrar presas”, añadió el director.

“Christopher Robin les abandona sin alimentos y eso, por supuesto, les enloquece. Debido a que han tenido que valerse tanto por sí mismos, esencialmente se han vuelto salvajes” Rhys Waterfield

La película se rodó en apenas diez días en Ashdown Forest (Inglaterra), la inspiración para Hundred Acre Wood de Milne en las historias de Winnie the Pooh. Y aunque no hay datos sobre el presupuesto, es evidente que se trata de un proyecto apegado a los códigos del cine serie B. Jagged Edge Productions, que Waterfield dirige con el coproductor Scott Jeffrey, fue la encargada de la financiación. Y ITN Studios ya compró los derechos de distribución, aunque todavía no hay fecha confirmada.

El mismo director confiesa que se trata de una riesgo mayor y, siendo así, se dispone a separar con cuidado los límites de la comedia y el terror. “Cuando intentas hacer una película como esta, y es un concepto realmente loco, es muy fácil seguir una ruta en la que nada da miedo y es realmente ridículo y realmente estúpido. Y queríamos ir entre los dos”.

¿Y los derechos de autor que todavía detenta Disney?

La forma en que Disney pueda reaccionar al hecho que una de sus películas clásicas pueda ser reeditada como horror es una preocupación para el director. “Hemos tratado de ser extremadamente cuidadosos”, dijo Waterfield. “Sabíamos que había una línea entre eso y sabíamos cuáles eran sus derechos de autor y lo que habían hecho. Así que hicimos todo lo que pudimos para asegurarnos de que [la película sobre Winnie the Pooh] solo se basara en la versión de 1926”. En consideración a una posible demanda, reacción pública o, incluso, escándalo público, Waterfield tomó medidas. Cambió la habitual camiseta roja de Winnie por un traje de leñador y Piglet está vestido de negro. Y, sin duda, el film no incluirá al resto de los personajes, aún bajo el derecho de autor. “Nadie va a confundir esto [con Disney]”, dijo Waterfield. “Nadie que mire esto pensará que es una versión de Disney. Es muy, muy, muy diferente”.


ANTECEDENTES DE CUANDO 'THE WINNE THE POOH' PASA A DOMINIO PÚBLICO

El pueblo se queda con Winnie the Pooh y Disney con su maná económico.

El gigante del entretenimiento protege a sus míticos personajes con el fin de garantizar su explotación comercial cuando pasan a ser de dominio público.


Cuando el escritor británico Alan Alexander Milne imaginó un oso adicto a la miel como protagonista de sus cuentos infantiles, poco podía intuir que su personaje encarnaría una de las franquicias más rentables de la historia de la cultura de medios. Hasta hoy, el imperio Winnie the Pooh ha amasado una riqueza estimada de más de 80.000 millones de dólares en casi 100 años de vida. Solo ha sido superado por Pokémon y Hello Kitty.


Desde el 1 de enero de este año, el cuento original de Winnie the Pooh ha pasado a formar parte del dominio público de Estados Unidos. El suceso abre el debate sobre qué ocurrirá con el importante negocio de Disney basado en un oso amarillo con jersey rojo. La doctora Jeniffer Jenkins, directora del Duke’s Center for the Study of the Public Domain de la Universidad de Duke, así lo remarca en un reciente artículo académico, donde explica que ahora cualquier ciudadano puede copiar, compartir o basarse en la historia original del célebre oso, así como en la historia de Bambi, que también pasará a ser libre.


Los usuarios podrán crear variantes y cuentos paralelos, descargar la obra gratuitamente, venderla o compartirla. Pero detrás de creaciones como Micky Mouse o Winnie the Pooh existe una compleja maraña de derechos, diseñada para proteger la explotación en exclusiva de estas míticas figuras. Estos personajes son, ante todo, creaciones artísticas. Como tales, están blindados por los derechos de autor, otorgados a un creador sobre su producción siempre que sea original. Pero estos derechos no funcionan igual que la propiedad sobre un objeto o un inmueble. La propiedad de una casa, por ejemplo, pasa de generación en generación de forma indefinida, mientras que la propiedad de las creaciones artísticas tiene una vida finita. Pasados unos años, estos bienes culturales pasan a formar parte de lo que se conoce como dominio público.


Que la historia original pase a ser pública en Estados Unidos no significa que alguien en Madrid pueda montar un musical sobre uno de estos personajes. Los derechos de propiedad intelectual tienen carácter territorial, por lo que todo depende de la ley de cada país. En Estados Unidos, el cuento de Winnie the Pooh pasa a ser de dominio público al cumplir 95 años desde su creación, pero no ocurre lo mismo en otros países, remarca Rodrigo Manzanares, abogado especializado en propiedad intelectual e industrial en ABG IP.


En España, sin ir más lejos, “los derechos de explotación del autor expiran 70 años después del fallecimiento de este”, apunta Manzanares. Por tanto, Winnie the Pooh no entraría en dominio público español hasta 2037 (Alan Alexander Milne murió en 1956). Bambi, por su parte, lo haría en 2026 (su creador, Felix Salten, falleció en 1945).


El registro de una marca sobre un dibujo y su nombre suele ser la opción más común para las productoras. A diferencia de los derechos de autor, una marca puede durar para siempre si se paga por sus continuas renovaciones. Esta vía permite guardar “la exclusividad a utilizar y explotar el dibujo sin que nadie más pueda hacerlo”, remarca Gómez. Es una fórmula perfecta, por ejemplo, para garantizar el control sobre una gama de productos y juguetes. En España, sin ir más lejos, Disney tiene registrado a Winnie the Pooh como marca propia.


Estas herramientas legales, sin embargo, no pueden derivar en “nuevos monopolios sobre las obras caídas en dominio público”, advierte Violeta Arnaiz. Las industrias pueden proteger partes concretas del negocio, por ejemplo, los peluches de Winnie que vende Disney. Pero la regla de oro es que, si un personaje pasa al dominio público, la libertad de difusión y creación debe respetarse sobre los elementos originales. En otras palabras, la comunidad debe poder disfrutar de la aportación del creador original de forma libre y gratuita. Arnaiz lo ve como “un trato”, donde “el Estado recompensa al autor su esfuerzo y talento creativo mediante el reconocimiento de unos derechos de exclusiva que le permitan rentabilizar y controlar la obra”, y a cambio, “el autor permite que, pasado el tiempo establecido, la sociedad se beneficie de la obra, y esta pueda servir como estímulo y punto de partida de nuevos creadores”.


Bambi pasará al dominio público en España en 2026. Esto significa que cualquier persona podrá crear su propia versión de la historia del cervatillo y comercializarla de forma libre. Estas obras derivadas, sin embargo, no podrán tomar elementos que hayan sido creados por Disney posteriormente. El dibujo de Bambi, tal como lo conocimos en la película de 1942, quedaría, por tanto, restringido. Rodrigo Manzanares, abogado de ABG IP, explica que un tercero tampoco podrá vender juguetes similares a aquellos que comercializa Disney. Por mucho que el personaje pase al dominio público, no es posible crear confusión en el consumidor, ya que “no es admisible que una empresa parasite sin más la actividad de otra”.


Fuentes: elpais; hipertextual


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